CRÓNICA MARZO 2013


Poco o nada hay que contar de esta Semana Santa en el pueblo. Como casi todos los años lluviosa y fría, donde la única opción es refugiarse en el bar o en el salón de casa para ver alguna película, asediados por el tedio, la apatía y el aburrimiento.

Bien es cierto que pasar la semana santa en un pueblo, donde ni puedes salir a pasear por el mal tiempo, ni puedes relacionarte con los visitantes que vienen de otras ciudades, porque cada vez va menos gente, o buscar a los conocidos, amigos de otras vacaciones, porque la juventud ni se le vio el pelo, se convierte en una semana de mortificación y, joder, se va para disfrutar. En la ciudad es algo diferente, hay mas opciones lúdicas, mas cosas que ver y donde poder disfrutar.

Y es que desde que la semana santa, la mayoría de la gente la transformó en santa semana, o por lo menos esa intención tiene, donde se sustituye el aspecto religioso por el aspecto lúdico en plan festivo, de ocio y diversión, si no te diviertes, como que no son vacaciones, pero como me decía un compañero que es agnóstico como yo: deja que la iglesia siga con este rollo, así los trabajadores nos agenciamos  unos días mas de vacaciones, que buena falta nos hacen. Pues tiene razón, que siga el rollo.

Ya se sabe que en el pueblo en esta temporada, hay pocos lugares para el esparcimiento o diversión (solo los bares), pero el aburrimiento es mortal cuando ni siquiera puedes pasear a causa del mal tiempo para admirar los bellos paisajes propios de la primavera, y si no tienes Internet, porque para estos días ni te llevas el portátil, ni te digo.

Y ni se me ocurre, ni siquiera remotamente, acudir a esos espectáculos procesionales, grotescos, arcaicos, trasnochados y soporíferos, que mas parecen un sarao para turistas, casi un carnaval, o un desfile del KuKluxKlan, propios de ritos ancestrales, de épocas oscuras, donde se imponía la asistencia obligatoria ante el terror de la inquisición y otras supercherías ancladas en la ignorancia, el oscurantismo y el fanatismo, que gracias a la cultura y avance del conocimiento, hoy día ya están superados.

Mi mujer  me decía: yo no voy al pueblo, porque para aburrirme allí, prefiero ahorrarme el tedioso viaje y hacer lo mismo en mi casa, calentita y con todas las comodidades al alcance de mi mano. Yo no le hice caso, pero tengo que darle toda la razón. Y es que los pueblos, van quedando solo para el verano, que es cuando recuperan un poco de vida. El resto del año, es una pena, pero cada vez se apagan mas y solo los que están acostumbrados a vivir allí, pueden llevarlo de forma natural, pues tienen sus actividades programadas, tanto de ocio como de trabajo.

Se ha hecho notar este año, (bien por la crisis o bien por el mal tiempo o porque escogiesen otros lugares de disfrute), el caso es, que la afluencia de gente venida de fuera, bajó considerablemente en relación con otros años. Prácticamente como cualquier otro fin de semana. Ni siquiera se cubrió a la hora del vermut la primera fila de la barra del bar. El mismo Viernes a las 12,30 h de la mañana fuí a la panadería y en todo el recorrido, (bastante largo) no me encontré ni a una sola persona por la calle ¿La gente estaba en casa por el frío? NO, es que prácticamente no había gente. Sin embargo en el verano, haya gente o no(porque cada vez también en verano va menos gente, excepto en las fiestas) el pueblo es un paraíso: descanso, relax, ocio, diversión, rutas, piscinas, paseos por la vega o la sierra, etc,etc.

Destacar solamente la quema de vides del Sábado y el reguero de paja hasta  una determinada casa, como actividades mas curiosas; y nada mas, así que de regreso de nuevo a Madrid, con el propósito, desde luego por mi parte, de pasar las próxima semana santa en Valencia o Canarias si mi economía me lo permite.

Inevitablemente y, como no podía ser de otro modo,  como todos los años también llegará ese grupillo de gente indeseable, hipócrita y de doble moral, cuando no dudosa, que se enfangó en el lodazal de los insultos, las habladurías, cuentos e infundíos y alguna de ellas rayando en la calumnia y la injuria, esas que se deleitaron en vejar, mortificar y denigrar en las redes sociales y en el   libro de visitas de otra página que existió en el pueblo, con sus comentarios, ácidos, vejatorios y denigrantes, tratando de manchar la imagen de mi persona, esas que amenazan por compartir fotos en Faceboot y de cuyas bocas solo salen pestes.  La presencia de dichas personas me provoca nauseas, pero mis vacaciones son sagradas y no permitirá que las joda ningún ser  caracterizado por la envidia, el rencor, la mezquindad, la ruindad y la falta de inteligencia.

Os dejo alguna foto postal (por lo menos una actividad) que hice haciendo alguna toma del pueblo, para los que no lo visitasteis  esta semana santa. Como podéis ver los ríos, tanto el Eria como el Orbigo, iban con un caudal considerable, sobre todo el Orbigo a la altura de la Vizana que estaba desbordado.