La Fábula es un relato o composición literaria en prosa o en verso que proporciona una enseñanza o consejo moral.

Una fábula cada día. Pero si eres de los que le gusta devorar fábulas sin parar aquí tiene una recopilación en formato pdf o las mejores 300 fábulas

 «EL PASTOR Y EL LOBO»

Había una vez un joven pastor que todos los días llevaba a su rebaño a pastar. Como se aburría muchísimo, decidió gastar una broma a los campesinos del lugar.

—¡Que viene el lobo! ¡Auxilio! ¡Mis ovejas!

Los campesinos corrieron a ayudarle, pero no vieron ni rastro del lobo. El joven pastor rio a carcajadas, mientras los campesinos se alejaban muy enfadados. Una semana después, el pastor volvió a gastarles la misma broma. 

Hasta que un día, el pastor vio acercarse a un lobo. Aterrorizado, gritó pidiendo auxilio. Pero esta vez, los campesinos no le creyeron y el pastor se quedó sin su rebaño.

Moraleja: Nadie cree al mentiroso cuando dice la verdad. Esta es otra de las mejores fábulas de Esopo y nos enseña que si mentimos, nadie confiará en nosotros cuando digamos la verdad.

 

 «EL AVARO»

Érase una vez un hombre muy rico que vendió todo lo que tenía a cambio de varios lingotes de oro. Y para que nadie le robara, enterró el oro en un bosque. Todos los días acudía al lugar para comprobar que su oro seguía allí, sin saber que un ladrón lo vigilaba escondido.

Una noche, el ladrón desenterró el oro y se lo llevó. Cuando el rico descubrió el robo, dio tal grito que un vecino se acercó a ver qué pasaba. El hombre rico lloraba, desesperado. Entonces el vecino tomó unas piedras, las enterró en el mismo lugar y dijo:

—Aquí tiene su tesoro. Sabe que nunca habría gastado sus lingotes. ¿Qué más le da, entonces, que sean piedras? Así por lo menos dejará de sufrir.

 Moraleja: Corazón codicioso no tiene reposo. Esta fábula de Esopo nos enseña que la riqueza, si no se comparte, no vale nada y solo trae pobreza.

«EL LOBO DISFRAZADO DE CORDERO»

Esto era un lobo muy hambriento que vio un rebaño de ovejas. Un día encontró una piel de oveja en el bosque y tuvo una idea para despistar al pastor.

—Me disfrazaré con esta piel de oveja. Así las ovejas y el pastor creerán que soy una oveja más.

Y su plan funcionó. Al atardecer, el lobo fue llevado al establo con el resto de las ovejas. El lobo se relamió, pensando en el gran banquete que se daría por la noche. Pero, cuando anocheció, el pastor entró en el establo buscando carne para cenar. Y, creyendo que el lobo era una oveja, lo tomó y se lo llevó.

Moraleja: Quien muchas trampas hace termina por caer en ellas. Esta fábula de Esopo quiere enseñar que la mentira y las trampas siempre nos traerán problemas. Cuanto mayor sea la mentira, mayor será el daño.

«LA HORMIGA Y LA PALOMA»

Una hormiga bebía agua en un río, con tan mala suerte que cayó al agua. Pasaba por ahí una paloma que, al oír sus gritos de auxilio, corrió a salvar a la pequeña hormiga.

—Gracias, amiga paloma —dijo la hormiga muy agradecida—. Si algún día estás en peligro, yo te ayudaré.

Varias semanas después, un cazador vio a la paloma sobre una rama. Estaba a punto de disparar su escopeta cuando, de pronto, la hormiga se metió por debajo del pantalón y le mordió la pierna. Y así pudo la paloma escapar, sana y salva.

Moraleja: Haz bien y no mires a quién. Esta no podía faltar en nuestra selección de las mejores fábulas de Esopo pues nos enseña a ayudar siempre a los demás, y que toda buena acción trae más acciones buenas.

 

 «LA CIGARRA Y LA HORMIGA»

Un verano especialmente caluroso, una cigarra descansaba bajo la sombra de un árbol. Se pasaba el día cantando y bailando, mientras su vecina la hormiga iba y venía cargada de comida.

—¿Por qué no descansas conmigo, vecina? —le preguntó la cigarra.
—Si descanso ahora, ¿quién alimentará a mis crías en invierno? Si fuera tú, recogería provisiones.

Pero la cigarra siguió ociosa. Entonces llegó el frío invierno, y la cigarra no encontró alimento. Tiritando, fue a casa de la hormiga a pedirle comida. Pero la hormiga le contestó que apenas tenía provisiones para su familia. Y la pobre cigarra siguió su camino, pero con la lección bien aprendida.

Moraleja: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Esta quizás sea una de las más emblemáticas y mejores fábulas de Esopo. Enseña que el esfuerzo obtiene su recompensa, mientras que con pereza y vagancia no se logra nada.

«LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO»

Érase una vez un campesino pobre que encontró una gallina muy especial: cada día ponía un huevo de oro. Desde ese día, su suerte cambió y se convirtió en el hombre más rico de la región.

Pero llegó el día en que el campesino quiso más huevos de oro al día. Y tuvo una idea.

—Si la gallina pone huevos de oro, será porque los tiene dentro… ¿Y si saco todos de golpe?

Así fue como el campesino avaricioso mató a la gallina y, con ella, su fuente de riqueza. Desde ese día se tuvo que conformar con huevos de yema.

Moraleja: La avaricia rompe el saco. Esta fábula de Esopo nos enseña que la persona avariciosa siempre quiere más, y que debemos valorar lo que tenemos.

 

«LA ZORRA Y EL CUERVO»

Una zorra muy hambrienta vio a un cuervo posado sobre un árbol, con un trozo de queso en el pico. La zorra, que era muy astuta, ideó un plan para conseguir el queso.

—¡Qué hermosas son tus plumas, amigo cuervo! ¡Qué brillo! ¡Qué color! Eres la envidia de todas las aves.

El cuervo se estiró sobre la rama, sacó pecho y extendió sus alas con orgullo. La zorra siguió piropeando al cuervo, pero todavía agarraba el queso con recelo. Hasta que…

—Me han dicho que el cantar del cuervo supera cualquier cantar. ¿Es cierto, amigo cuervo? ¿Tan hermosa es tu voz? ¿Cantarías algo para mí?

Entonces, lleno de vanidad, el cuervo tomó aire, abrió el pico y graznó lo más fuerte que pudo. Cuando terminó, vio a la zorra alejarse feliz con el trozo de queso en su boca.

Moraleja: Si te halagan sin parar, intenciones hay detrás. Esta fábula de Esopo nos enseña a desconfiar de las personas que nos adulan sin motivo alguno, porque solo quieren engañarnos y conseguir algo a cambio.

 

«EL CUERVO Y LA JARRA»

Hubo una vez una gran sequía. Un cuervo sediento vio, de pronto, una jarra, pero su pico no alcanzaba el agua.

—¡No puede ser! Moriré de sed si no encuentro la forma de beber.

El cuervo metió aún más el pico y zarandeó la jarra, pero nada… Entonces metió la pata con la idea de mojarla y poder lamer alguna gota, pero su pata también era demasiado corta.

A punto estaba de tirar la toalla cuando tuvo una idea. Durante una hora estuvo el cuervo metiendo piedras en aquella jarra. Era un trabajo lento y pesado, pero al final obtuvo su recompensa. Gracias a las piedras, el agua subió hasta el borde de la jarra y el cuervo pudo saciar su sed.

Moraleja: La necesidad agudiza el ingenio. Esta es otra de las más famosas y mejores fábulas de Esopo. Enseña a tener paciencia ante los problemas, pues ante las dificultades surgen las mejores ideas.

 

 «LA LECHERA»

Érase una vez una joven campesina que salió al mercado a vender un cántaro lleno de leche. Por el camino, iba pensando qué haría con las ganancias:

—Con el dinero que gane, compraré doscientos huevos. Los huevos me darán hermosos pollitos, que venderé al mejor precio. Con ese dinero, compraré un cerdito. Y cuando lo venda, me compraré el vestido más hermoso del pueblo.

Tan ensimismada iba la joven que no vio una piedra en el camino y tropezó. El cántaro cayó al suelo, haciéndose añicos. Adiós a la leche, a los huevos, los pollitos, el cerdito y al maravilloso vestido con los que había soñado.

Moraleja: Sueña cuanto quieras, pero no olvides mantener los pies en la tierra. Esta fábula de Esopo nos enseña a huir de las ensoñaciones y a valorar y ser felices con lo que tenemos.

 

«EL CASCABEL DEL GATO»

Había una vez unos ratones que vivían atemorizados por un gato. Cada vez que salían a por comida, el gato los perseguía. Hacía semanas que no comían nada. Entonces, uno de los ratones tuvo una idea:

—¡Ya sé! Pondremos un cascabel al gato. Así lo oiremos a tiempo y podremos escapar.
—¡Qué buena idea! —contestó el ratón más viejo—. Pero ¿quién será el valiente que le ponga el cascabel?

Todos los ratones pusieron excusas y volvieron a sus hogares, más hambrientos que nunca.

Moraleja: Del dicho al hecho hay un gran trecho. Esta no podía faltar entre las mejores fábulas de Esopo. Nos enseña que es muy fácil opinar y hablar, y que lo difícil es llevar algo a la práctica.

 

 «LA ZORRA Y LA CIGÜEÑA»

Cuentan que una zorra invitó a cenar a su vecina la cigüeña. Le sirvió sopa en un plato llano, y la pobre cigüeña no pudo tomar nada con su largo pico. Entonces la cigüeña invitó a comer a la zorra. Le sirvió un delicioso guiso de carne en una vasija alta.

—Vecina, así no alcanzo a comer nada —se quejó la zorra.
—¿De verdad? Pues entonces disfrutarás de mi cena tanto como yo disfruté de la tuya.

Moraleja: No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Esta fábula de Esopo nos enseña a tratar a los demás con respeto y como quisiéramos que nos trataran a nosotros.

 «EL CABALLO Y EL ASNO»

Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día en que iban a la ciudad con los fardos cargados, el asno se sintió muy cansado y pidió ayuda al caballo. Pero el caballo se hizo el sordo y siguieron el camino.

Una hora después, el asno se desplomó, sin fuerzas. Entonces el dueño echó toda la carga del asno y al propio asno encima del caballo.

—Debí haber ayudado al asno cuando me lo pidió —se lamentó el caballo—. Ahora no tendría que llevar tanto peso…

Moraleja: Cuando ayudes a los demás, tu propio bien cosecharás. Esta fábula de Esopo enseña que cuando ayudamos a alguien, nosotros también salimos beneficiados.

«EL LEÓN Y EL RATÓN»

Érase una vez un ratón que caminaba, sin saberlo, sobre el lomo de un león. De pronto, una garra atrapó al ratón, con la intención de comérselo.

—No me coma, por favor. Le prometo que si alguna vez está en apuros, yo lo ayudaré.
—¡Ja, ja, ja! ¿Cómo podrá ayudarme alguien tan pequeño?

Pero el león lo dejó marchar por esta vez. Días más tarde, el ratón escuchó unos rugidos cerca de su madriguera. Era el león, que había quedado atrapado en una gran red. Entonces el ratón comenzó a roer la red, hasta hacer un agujero del tamaño del león. Y desde entonces, el pequeño ratón y el enorme león fueron amigos inseparables.

Moraleja: Hasta los más grandes necesitan de los pequeños. Esta fábula de Esopo nos enseña a valorar a todos, sin importar su aspecto o las apariencias.

 «EL CIERVO Y SU REFLEJO»

Había una vez un ciervo que se acercó a un lago para beber. Al ver su reflejo en el agua, dijo:

—¡Qué cuernos tan majestuosos! Son impresionantes. Pero ¿estas patas? ¡Qué frágiles y finas en comparación con los cuernos!

De pronto, apareció un león dispuesto a comerle. El ciervo corrió y corrió con sus ágiles patas. Casi había despistado al león cuando sus cuernos se enredaron en las ramas de un árbol. Y entonces comprendió que lo que tanto admiraba, su cornamenta, iba a ser su perdición.

Moraleja: Valora y aprecia lo que tienes: lo necesitarás cuando menos lo esperes. Esta fábula de Esopo nos enseña a querernos como somos y a valorar lo que tenemos, sin compararnos.

. La liebre y la tortuga

“Un día una liebre orgullosa y veloz, vió como una tortuga caminaba por el camino y se le acercó. La liebre empezó a burlarse de la lentitud del otro animal y de la longitud de sus patas. Sin embargo, la tortuga le respondió que estaba segura de que a pesar de la gran velocidad de la liebre era capaz de ganarla en una carrera.

La liebre, segura de su victoria y considerando el reto imposible de perder, aceptó. Ambos pidieron a la zorra que señalara la meta, a lo que esta aceptó, al igual que al cuervo para que hiciera de juez.

Al llegar el día de la competición, al empezar la carrera la liebre y la tortuga salieron al mismo tiempo. La tortuga avanzaba sin detenerse, pero lentamente.

La liebre era muy veloz, y viendo que sacaba una gran ventaja a la tortuga decidió ir parándose y descansando de vez en cuando. Pero en una de las ocasiones la liebre se quedó dormida. La tortuga, poco a poco, siguió avanzando.

Cuando la liebre despertó, se encontró con que la tortuga estaba a punto de cruzar la meta. Aunque echó a correr fue demasiado tarde y finalmente la tortuga ganó la carrera".

Esta fábula nos enseña que el trabajo duro, la perseverancia, la constancia y el esfuerzo nos llevarán a nuestras metas, aunque sea poco a poco, si no nos rendimos. También nos permite ver cómo la arrogancia, la falta de constancia y el exceso de seguridad en uno mismo nos puede llevar a perder oportunidades y a no alcanzar nuestras metas.

. El lobo y el cordero

“Había una vez un lobo que vió a un cordero en la orilla de un río y quiso comérselo ofreciendo un pretexto simple pero verosímil. A pesar de estar río arriba, le acusó de no dejarle beber al revolver el agua. El cordero contestó que al estar el lobo río arriba y el más abajo no era posible que que así fuera.

Al ver el fracaso, el lobo acusó al cordero de haber insultado a sus padres el año anterior, a lo que el cordero contestó que hacía un año el aún no había nacido. El lobo dijo entonces que aunque el cordero se justificaba muy bien, no le dejaría ir y no iba a dejar de comérselo".

Esta fábula nos enseña que a menudo aquellos que quieren provocarnos daño no se van a detener independientemente de nuestros argumentos o de que sea o no justo.

. El murciélago y las comadrejas

“Cayó un murciélago a tierra y fue apresado por una comadreja. Viéndose próximo a morir, imploró el murciélago por su vida. Le dijo la comadreja que no podía soltarle porque de nacimiento era enemiga de los pájaros. El murciélago replicó que no era pájaro sino un raton, librándose de este modo con gran astucia.

Tiempo después volvió a caer en manos de una sgunda comadreja, a la que suplicó que no le devorara. La comadreja ñe dijo que odiaba a los ratones, de manera que no podía dejarle marchar. El murciélago sin embargo le contestó que él no era un ratón sino un pájaro, de manera que consiguió volver a librarse".

Esta pequeña fábula de Esopo tiene como moraleja que debemos ser capaces de adaptarnos a las situaciones de manera rápida y flexible, algo que sin duda es lo que nos va a permitir medrar y sobrevivir.

. El asno y la zorra encuentran al león

“El asno y la zorra, habiéndose unido para su mutua protección, salieron un día de caza. No anduvieron mucho cuando encontraron un león. La zorra, segura del inmediato peligro, se acercó al león y le prometió a capturar al asno si le daba su palabra de no dañarla a ella.

Entonces, afirmándole al asno que no sería maltratado, lo llevó a un profundo foso diciéndole que se guareciera allí. El león, viendo que ya el asno estaba asegurado, inmediatamente agarró a la zorra, y luego atacó al asno a su antojo”.

Esta fábula nos enseña como moraleja que no debemos traicionar nunca a los amigos por temor a los enemigos, ya que al final también saldrás traicionado.

. La cierva tuerta

“Una cierva a la que le faltaba un ojo pacía a orillas del mar, volviendo su ojo intacto hacia la tierra para observar la llegada de cazadores y dando al mar el lado que carecía del ojo, pues de allí no esperaba ningún peligro.

Pero resulta que una gente navegaba por este lugar, y al ver a la cierva la abatieron con sus dardos. Y la cierva agonizando se dijo para sí: - ¡Pobre de mí! Vigilaba la tierra, que creía llena de peligros, y el mar al que consideraba un refugio me ha sido mucho más funesto".

Esta fábula nos enseña que nunca debemos infravalorar o sobrevalorar las cosas ni a darlas por sentado, sino que debemos analizar todas las opciones y sus aspectos tanto positivos como negativos de forma realista, sin dejarnos sesgar por la subjetividad.

. El perro y su reflejo en el río

“Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un pedazo de carne. Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo. Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su compadre.

Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, solo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente".

Esta fábula de Esopo nos enseña la importancia de no codiciar ni centrarse en obtener o usurpar los bienes o logros de otros, ya que ello nos puede hacer perder lo que sí hemos logrado por nosotros mismos.

. La zorra y las uvas

“Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas quiso atraparlos con su boca. Pero no pudiendo alcanzarlos se alejó, diciendo: -En realidad ni siquiera me gustan, están muy verdes…”.

Esta pequeña historia nos deja ver cómo a menudo cuando nos rendimos de algo que queremos le hechamos la culpa a dicho algo o a otros. La moraleja es precisamente que no debemos pasar la culpa de no lograr lo que queremos a los demás.

. Bóreas y Helios

“Bóreas y Helios se disputaban quién era más fuerte, decidiendo que se le daría la victoria a aquel que lograra quitarle la ropa a un caminante de la zona. Bóreas sopló y sopló con gran fuerza para quitársela. Sin embargo, ante el fuerte viento el hombre se agarró la ropa con cada vez más fuerzo, e incluso llegó a ponerse una prenda más gruesa debido al frío.

Cansado, Bóreas dejó el turno a Helios. Este al principio brilló de manera moderada, de tal manera que el hombre dejó de tener frío y empezó a quitarse la prenda gruesa. Poco a poco Helios fue aumentando el calor, hasta que finalmente el hombre decidió quitarse la ropa para bañarse".

Esta es una de las fábulas de Esopo que están protagonizadas por dioses y seres humanos, y su moraleja es que resulta más sencillo y útil convencer a alguien de algo (como hizo Helios al permitir que poco a poco fuera subiendo la temperatura) que intentar conseguirlo con la fuerza (como intentó Bóreas con su viento).

 

El asno y su amo

Un asno, conducido a lo largo de un camino en la montaña, de repente resbaló y empezó a caer al borde de un precipicio profundo. Mientras él estaba en el acto de abandonarse al abismo, su dueño lo agarró por la cola, procurando regresarlo. Cuando el Asno persistió en su esfuerzo de dejarse ir abajo, el hombre lo soltó y dijo:

--Triunfa, pero triunfa a tu propio costo.--

 Al terco hay que dejarlo con su terquedad.