ramillete filológico castellano.
A
ABACOMITE.-Proviniente del latín «abbas, abatis», abad; y de «comes-comitis»,
compañero, conde, se llamaba así en el medievo al abad que ostentaba al
tiempo el título de conde, o bien al señor que tenía encomendada una abadía.
ACARREAR.- Se deduce por sí mismo: transportar en carro. Sin embargo, en
otros tiempos significaba específicamente el transporte en carros de la mies
segada, desde la tierra a la era, para ser trillada. Era ésta una labor
penosa que para buscar las horas de menos calor se hacía de noche. Entonces,
los labradores dormían dos o tres horas diarias, y para no dormirse durante
el acarreo nocturno, cantaban por el camino. Palabra y costumbre ya en
completo desuso por la mecanización del campo.
ACEMILA.- Del árabe, «al-zamila», la bestia de carga. Se refería al macho o
mula de carga, que era la más común utilización de la palabra respecto del
concepto. Sin embargo, también se llamaba así antiguamente a una carga o
tributo que se imponía al pueblo.
ADAFINA.- He aquí el ascendiente del «cocido». Entre los judíos castellanos
de los siglos XIV y XV, la adafina se llamaba a un alimento compuesto por
distintos ingredientes, a saber: fideos, garbanzos, habas, verduras, carne
de ternera o de ave, el cual se tomaba de forma perfectamente diferenciada:
primeramente los fideos: después, los garbanzos o verduras y, finalmente, la
carne.
Aunque aún no ha desaparecido la palabra «cocido» como realidad culinaria,
sí tiende a ello por dos motivos: primero, por la evolución alimentaria en
la dieta del castellano rural, que lo elimina, y segundo, porque es un plato
caro si se hace como se decía en el siglo pasado: «Si quieres que sepa, dale
que duela». En este «dale que duela» estaba comprendida la carne de gallina
vieja para mayor sustancia de la sopa, así como el codillo de jamón, el
chorizo, etc.
ADOBE.- Procedente del árabe «al-tub», se llama así -existe aunque ya no se
hace- a unas determinadas proporciones de tierra, paja trillada y agua, que
se mezclaba al ser pisada por el hombre hasta ofrecer una masa homogénea.
Esta se vertía sobre unos moldes de madera de unas dimensiones aproximadas a
las del ladrillo y se dejaba secar al sol retirando el molde. Una vez seco,
se empleaba en la construcción de tapias y casas, tanto en pueblos como en
ciudades
AJORCA.- Del árabe «al-surqa», el brazalete. Así se llamaba el anillo o
argolla de alquimia, oro, plata o cobre que hasta el siglo XVI las mujeres
se ponían como adorno en tobillos, muñecas y cuello.
ALACENA.- Vocablo con el cual se designaba el hueco o huecos abiertos en una
pared y provistos de puertecitas, hechos para guardar objetos: en las
iglesias, libros, cálices, copones y útiles para el culto, como naveta,
incienso, incensario, vino, formas para consagrar, etc.; en las casas,
vajillas, cubertería, vasijas, etc.
ALARIFE.- Del árabe «al-arif», con esta palabra se llamaba prácticamente
hasta el siglo XVIII inclusive al maestro de obras.
ALCACER.- Derivado del árabe «al-qasil», así se llamaba en Castilla a la
cebada cuando aún estaba verde en los sembrados. A veces, al diezmar, se
hacía constar que se hacia el diezmo de cebada en alcacer .
ALCANCIA.- Proviniente del árabe «al-qanziyya», es decir, la caja propia
para atesorar, de este modo se llamaba a la vasija normalmente de barro
cocido en cuya parte superior se abría una corta hendidura por la que se
introducían monedas para guardarlas. Son lo que hoy se conoce con el nombre
de huchas, pero la palabra alcancía ha dejado de usarse.
ALFEIZAR.- Su procedencia es del árabe «al-fasha». Con esta palabra se hacía
referencia al hueco abierto en una pared para colocar en él una ventana, si
bien el alféizar se ubicada más concretamente en la parte inferior de la
misma, sobre la que una persona podía acodarse o poner una maceta.
ALIENDE.- Término que en ciertas zonas de Castilla la Vieja se utilizó hasta
las postrimerías del siglo XVIII y que era sinónimo de: habida cuenta de...,
teniendo en cuenta que..., puesto que..., ya que..., etc.
ANSINA.- Antiguamente y en el lenguaje vulgar, equivalía a ansí; hoy, así.
Como ansí aún se usa, aunque muy limitadamente y sólo por personas mayores
en alguna zona muy aislada de Castilla.
ANTIER.- Procedente de los adverbios latinos «ante» (antes) y «heri» (ayer),
se utilizaba vulgar y familiarmente para expresar lo que hoy decimos
anteayer. .
APRECIADURA.- Esta palabra se utilizaba para significar el hecho de estimar
el valor de una cosa, tasarla, calcularla, apreciarla.
APRISCO.- Palabra de evocación bucólica, pero que hoy casi no se usa porque
el rebaño se guarda generalmente en las cijas. El aprisco, antiguamente, era
el lugar del campo en el que el rebaño pasaba la noche dentro de un recinto
llamado redil.
ARADO.- Tal como fue hasta la mecanización del campo, ya no se menciona.
Durante siglos y siglos constituyó el medio del que el hombre se valió para
romper la superficie de la tierra, surcándola para la siembra de los
cereales fundamentalmente.
Su aspecto aún perdura, vivo, en la memoria de los labradores; pero su
utilización le arroja inevitablemente al olvido por su falta de uso, tal
como fue.
El arado estaba compuesto por numerosas piezas: cama, clavija, barzón.
dental, belorta. mediana, estacón, etc., y otras dos fundamentales: timón y
reja.
Hoy sólo es un recuerdo en muchos; ni aun esto en niños, adolescentes y
hasta en jóvenes.
ARAMBOL.- Palabra antigua solamente usada en las provincias de Palencia y
Valladolid, con la que se señalaba el pasamanos de una escalera.
ARREJACAR.- Con este infinitivo se significaba, el hecho de romper con
azadilla, grada o rastra la costra de tierra de los sembrados ya nacidos. Es
sinónimo de aricar, que sí se utiliza, o de rejacar, que ha caído en desuso.
ARTESA.- Vocablo con el cual se designaba una, especie de caja de madera, de
forma piramidal truncada. invertida y rectangular, donde se amasaba harina y
levadura para hacer el pan. Se usaba también para mezclar carne, tocino, ajo
y pimentón para hacer los chorizos. Igualmente. pero de modo exclusivo,
servía para lavar la ropa en la casa. utilizando también una pieza de madera
de superficie ondulada, contra la que se frotaban las prendas enjabonadas
para aclararlas en el agua que contenía la artesa.
AVEJUNO.- Con esta voz se nombraba especialmente en el siglo XVIII a las
abejas, como ganado, palabra utilizada especialmente en la época de diezmar
cosechas. Completamente en desuso, puesto que las abejas no son hoy
consideradas como ganado. Estaba muy en consonancia con la costumbre, ya que
había ganado «ovejuno, cabruno y vacuno». Este último es el que persiste.
AVENTAR.- Una de las múltiples actividades agrícolas antes de la era de la
mecanización del agro, consistente en lanzar con el gario al aire el grano y
paja trillado para que el viento alejase ésta de aquél, habida cuenta de la
diferencia de peso de ambos elementos. A esto se llamaba aventar.
B
BADIL.- Del latín «batillum», también conocido como badila, era -aún es,
aunque cada vez menos-, un instrumento manual constituido por una barra
delgada de hierro cuyo extremo se ensanchaba circularmente, cóncava en su
centro, que servía para cubrir la superficie externa de las brasas y carbón
de encina del brasero con ceniza.
BECERRO.- No nos referimos a la cría de la vaca, sino al libro en que en
iglesias y monasterios antiguos se manuscribían sus privilegios y
propiedades. Si se trata del Becerro de las behetrías, es el libro
manuscrito conservado en la Real.Chancillería de Valladolid, en el que
minuciosamente se describe la naturaleza y origen de la nobleza española en
el último tercio de la Edad Media, mandado hacer por Pedro I de Castilla, y
antes por su padre, Alfonso XI, en el año 1340.
BEHETRIA.- Antiguamente con este vocablo se significaba el hecho
jurídicamente reconocido en virtud del cual los vecinos de un pueblo, no
vasallos, sino libres y dueños absolutos de sí mismos, podían hacer cesión
provisional de su libertad en favor de un señor, a cambio de su protección
en «casus belli», situación que se dio fundamentalmente en la época de la
Reconquista.
En la relación de las villas y lugares de behetría efectuada hacia 1335 por
mandato de Pedro I de Castilla, se consignan 1.914 poblados más 488
despoblados, ubicados entre el Cantábrico y el río Duero en las distintas
Merindades.
BLANCA.- En siglos pasados, moneda de ínfimo valor, que equivalía a medio
maravedí. De aquí la expresión «estoy sin blanca», para significar la ruina
total o la carencia de dinero. Hoy equivaldría a unos pocos céntimos de
peseta.
BELLACO.- De dudoso origen, pero probablemente derivado del celta «bakkollarkkos»,
significaba campesino, y en sentido peyorativo, palurdo; pero en la Edad
Contemporánea se aplicaba a la persona de baja estofa, ruin, taimado. Era
uno de los peores calificativos que se le podían aplicar a alguien, para
designarle como perteneciente a lo más abyecto y despreciable.
BOTIN.- Expresión de procedencia galicista con la que se conocía el calzado
de cuero o tela que cubría la parte superior del pie y tobillo y que se
ajustaba con botones, hebillas o correas.
BRASERO.- Recipiente de hierro o de cobre, circular, con dos asas, un tanto
profundo, en el que se depositaban las brasas de carbón de encina que,
cubierto por una capa de ceniza, servía para calentarse en los crudos
inviernos castellanos. Hoy se sigue dando esta denominación a lo que en su
seno alberga unas resistencias enrojecidas por la electricidad;
indebidamente, porque ésta no produce brasas, de donde le vino el nombre a
aquél.
C
CABRUNO.- En pasados siglos, así se llamaba al ganado caprino; de igual modo
que al ganado ovino se le llamaba ovejuno y a las abejas, ganado abejuno.
Sólo se conserva el término vacuno.
CANGILON.- Del latín «congius», medida romana para los líquidos, capaz para
tres azumbres, es decir, seis litros; de esta forma se conocía cada uno de
los recipientes metálicos que, unidos a la rueda de la noria, servían para
extraer el agua del pozo y elevarla al exterior para el riego de las
huertas. Palabra hoy en vías de extinción, puesto que actualmente el agua de
los pozos se extrae por medio de motores.
CANTARERA.- Así se conocía el armazón de madera más o menos sencillo, más o
menos artístico, de una o dos plantas y distintas capacidades, que servía
para colocar los cántaros.
La cantarera, como los cántaros, están en desuso. pues se han venido
utilizando hasta hace muy poco en Castilla, en la que la mayor parte de los
pueblos tienen agua corriente; hasta entonces había que ir al caño o a la
fuente con los cántaros a por agua, y reservarla en la cantarera para todos
los usos domésticos.
CARRETA.- Carro alargado, estrecho y bajo, provisto de un tronco o lanza, a
la que se sujetaba el yugo, y ruedas sin llantas de hierro, tiradas
generalmente por bueyes.
CARROZA.- Carruaje que admitía toda clase de adornos y lujos, servía antaño
para el transporte de personas o personajes.
Hoy en museos, o utilizadas en actos de protocolo diplomático, ya no existen
las carrozas y, al no existir su nombre no se usa.
CARRUQUERO.- En los siglos XVI al XVIII, por este nombre se conocía al que
conducía un carro; es decir, al carretero.
CEBAR.- Voz desaparecida en cuanto que antes de existir la electricidad en
los pueblos había velas y candiles. Estos eran unos instrumentos provistos
de mecha y aceite, que servían para dar luz, aunque fuera mortecina. Al
hecho de reponer el aceite sin el cual la mecha que debía impregnarse de él
no daba luz, se llamaba cebar: cebar el candil.
CELOSIA.- Derivada del latín «celo-as-avi», celar, ocultar, encubrir, era el
enrejado de madera o hierro que formaban huecos romboidales y servía para
proteger las ventanas de miradas indiscretas desde el exterior de la
vivienda. Hoy, en Castilla, sólo existen en los conventos de clausura
femeninos erigidos en pasados siglos.
CENTIMO.- Aunque hoy esta palabra aún no es obsoleta, sí lo es en cuanto a
su sentido numismático, ya que céntimo, del latín «centesimum», hasta hace
medio siglo era una moneda de curso legal, que equivalía a la centésima
parte de la peseta. Hasta mediados del presente siglo circularon monedas de
un céntimo y de dos céntimos. Hoy, ya no existen.
COBERTOR.- Vocablo hasta no hace muchos años en uso, que significaba el
equivalente a colcha, o manta de abrigo para la cama, o cubretodo. Fue un
término normalmente utilizado hasta pasado el primer tercio del siglo XX.
COLLERA.- En el medio rural siempre se ha conocido esta palabra como la
indicada para señalar el aparejo que se ponía al pescuezo de los animales de
labranza para que no le hiriese al tirar del carro o del arado.
COSTAL.- Envase en forma de saco más alto de lo normal, hecho de tela
ordinaria muy tupida, que servía para transportar especialmente el trigo en
los carros, de la era a la panera o a cualquier otro lugar .
CUCHARRENA.- Así se conocía especialmente en las provincias de Soria y
Segovia al útil doméstico consistente en una especie de paleta metálica
agujereada, utilizada en la cocina para volver los fritos y escurrir con
ella el exceso de aceite.
D
DENTAL.- Palo que se encajaba en la reja del arado. Como todas las piezas de
éste, palabra completamente en desuso en el medio agrícola, en el que tenía
su estricto significado.
DOBLON.- Moneda de oro acuñada en tiempos de los Reyes Católicos,
concretamente desde 1497, acuñación que se prolongó hasta 1868, en que se
adoptó el sistema de la peseta como unidad monetaria.
El doblón podía ser de a ocho = 301, 17 reales; de a cuatro = 150,58 reales;
de a dos = 75,29 reales; de a uno = 37,64 reales.
Independientemente de estas valoraciones, ha tenido siempre fluctuaciones a
lo largo de más de cuatro siglos.
DUCADO.- Así se denominaba la moneda de oro que tuvo su curso legal en
España hasta finales del siglo XVI. Posteriormente tuvo un valor ficticio
equivalente a once reales de vellón, recuperando su valor real a mediados
del siglo XVII, cuando se fijó su valor en cuatro duros; es decir. veinte
pesetas.
EPISTOLERO.- Así se conocía al clérigo ordenado de Epístola; es decir, al
subdiácono.
ESCUDILLA.- Del latín «scutella», antiguamente consistía en un recipiente a
modo de cuenco de barro cocido o de madera, no muy grande que servía, a modo
de plato, para contener el alimento que había de ser tomado.
ESQUENA.- Sinónimo de raspa; es decir, espina principal de los peces que
viene a ser como la columna vertebral de éstos, es hoy un vocablo ausente
del lenguaje ciudadano y escasamente utilizado en el ámbito rural.
ESTEVA.- Derivado del latín «stiva», con este nombre se conocía hasta la
desaparición del arado romano y su sustitución por el incorporado al
tractor, la pieza de aquél situada en el extremo del mismo, acomodada a la
mano del hombre, para ser asido fuertemente por el labrador para hacer
fuerza apretando contra la tierra al arar.
EXCUSADO.- Fundamentalmente, con este término se conocía a la persona
labradora que en cada parroquia era elegida por el Rey para que pagase los
diezmos a la real hacienda. Este labrador estaba excusado de diezmar como el
resto de sus convecinos; de aquí el nombre.
EXPRESION.- Vocablo muy utilizado en amplias zonas de Castilla hasta el
siglo XIX, sinónimo de obsequio («lleva a Alonso una expresión de un pavo y
una cuartilla de vino») .
EVANGELISTERO.- De este modo se conocía al clérigo encargado de cantar en
las misas solemnes el santo Evangelio, para el que estaba ordenado. Hoy se
le conoce como diácono.
F
FALSILLA.- la falsilla, o pauta, era una hoja de papel en la que se habían
señalado muy marcadamente unas líneas paralelas que servían para no torcer
los renglones de la escritura cuando se ponía otra hoja de papel encima, en
la que se escribía la carta o el escrito, bien particular ya oficial,
costumbre observada desde el siglo XVI, y aun desde antes, por los
escribanos aun reales.
FALLEBA.- Procedente del árabe vulgar «halleba», consistía en una varilla de
hierro más o menos larga según fuera destinada a ventana o balcón, la cual
presentaba en sus extremos superior e inferior un ángulo que, girado sobre
unos anillos por medio de un mando soldado a la varilla hacia su parte
central, servía para cerrar las ventanas y balcones.
FARDEL.- Con este nombre se conocía el talego en el que los pobres,
caminantes o pastores llevaban consigo para guardar en él los alimentos u
objetos de uso personal, como ropa, etc.
FIDALGO.- Esta voz significaba «hijo de algo» (de fijo: hijo. y de dalgo: de
algo) .Pero este algo, de algo, quería decir que disponía de algo, y este
algo no era otra cosa que vasallos; por tanto, fijodalgo era una persona
perteneciente a la nobleza, aunque fuera de la más baja escala de ella.
FIJO.- En pasados siglos, la letra f sustituía a la actual h. por lo que
fijo era lo que hoy es hijo.
G
GALERA.- Carro grande provisto de cuatro ruedas, generalmente cubierto por
una lona, que servía para el transporte de viajeros o presos y que se
utilizó hasta bien entrado el siglo XIX.
GARIO.- Instrumento agrícola que fue utilizado en las provincias de León,
Valladolid, Palencia y Segovia, consistente en un mango o palo largo, en uno
de cuyos extremos se encajaba otro, corto, transversal, del que arrancaban
cuatro palos en forma de púas, el cual servía para mover la paja de la era,
acarrearla y vaciarla del carro al pajar a través del bocín.
GAVILAN.- Pieza de hierro aplastado hasta tomar la forma de media luna en su
extremo, al que se unía un palo largo con el que el labrador limpiaba la
reja del arado de la tierra adherida a ella.
GAVILLA.- Provinientemente del celta «ganail», ya completamente en desuso,
significaba el manojo de mieses que el segador, hoz en mano, formaba y ataba
durante la siega de las mismas.
GRADERO.- Así se llamaba en pasados tiempos a quien recibía la tonsura en el
orden clerical.
H
HATILLO.- Pequeño envoltorio de ropa o efectos personales que los mendigos
llevaban cuando iban pidiendo de pueblo en pueblo, y que frecuentemente
portaban al extremo de un palo que apoyaban en el hombro.
HAZANA.- Término que aún se conserva, pero de forma ya residual, en algunas
zonas rurales castellanas, especialmente en las provincias de Salamanca y
Segovia.
HORCA.- Del latín «furca», era un palo recto que terminaba en uno de sus
extremos en dos o cuatro más cortos y que los labradores utilizaban para
faenas agrícolas, tales como hacinar las gavillas en la tierra, levantarlas
al carro para llevarlas a la era, remover la parva durante la trilla, etc.
HORCATE.- Aparejo de madera o hierro que se ponía a las caballerías encima
de la collera, al cual se sujetaban las correas o cuerdas de tiro.
HORCO.- Se llamaba así en los siglos XVII y XVIII al manojo de ajos o
cebollas.
HOSPITALERO.- Así se llamaba a la persona encargada no solamente del aseo y
cuidado del hospital, sino de la atención de los enfermos que en él se
alojaban en siglos pasados; por esto recibía un salario generalmente pagado
por la Cofradía que tenía a su cargo el hospital.
INFANZON.- Del latín «infans-antis», infante, se llamaban infanzones los
hidalgos o hijosdalgo que en sus heredades tenían un poder de señorío
limitado. A diferencia de los caballeros, que eran hechos infanzones, éstos
nacían ya caballeros. Los infanzones constituían parte de la baja nobleza.
J
JICARA.- Proviniente de la voz mejicana «xicalli», se llamaba jícara a la
pequeña vasija hecha de loza, que servía para tomar chocolate.
JOFAINA.- Del árabe «yufaina», así se llamaba antes de conocerse como
palangana o palancana. No era sino un recipiente de loza o de porcelana
destinado a lavarse cara o manos cuando, al menos en los pueblos, se carecía
de agua corriente.
JURO.- Derivado del latín «ius-uris», significaba tener derecho de propiedad
perpetuamente sobre algo, y por tanto podía ser enajenado. La venta de juros
era frecuentemente una fuente de ingresos para la real hacienda en pasados
siglos.
L
LACAYO.- Criado vestido de librea, cuya ocupación principal era la de servir
a su amo acompañándole bien a pie ya a caballo, pero principalmente en el
coche o carroza que aquél utilizara para ayudarle a subir o bajar de la
misma. Hoy, esta palabra sólo se utiliza en sentido estrictamente peyorativo
para indicar un excesivo servilismo.
LIBREA.- Se llamaba así a una especie de uniforme que los amos daban e
imponían usar a sus criados, ya fueran mayordomos, caballerizos, lacayos,
etc.
M.
MARROTAR.- Raramente se puede escuchar hoy esta voz, que aún es utilizada
por personas de avanzada edad en el medio rural, por lo que no tardará en
desaparecer por completo y que significa estropear, deteriorar una cosa.
MEMORIAS.- Saludo verbal o escrito que una persona enviaba a otra a través
de una tercera. Dar memorias era antes lo que hoy es dar recuerdos.
MENCIAR.- Palabra utilizada en los siglos XVIII y XIX en algunas provincias
castellanas, pero principalmente en la de Segovia, con la que se
significaban los trabajos hechos en el campo, desde arar la tierra hasta
sembrarla, ambas labores incluidas.
MERCADER.- Del latín «mercator-oris», es una palabra en desuso o muy
escasamente utilizada, en cuyo lugar se emplea algún sinónimo, como
comerciante, negociante, traficante, etc. Mercader era el que compraba para
luego vender, que podían ser telas, vinos, frutas, libros, etc.
MERCAR.- Del latín «mercari», comprar, esto es a lo que equivale, pero que
ahora se dice comprar, no mercar, por lo que ha caído en completo desuso.
MERCED.- Este vocablo se aplicaba como simple cortesía al referirse a
personas que carecían de otro título. Vuestra, vuesa merced,su merced,
equivale al usted que hoy en día se utiliza.
MESTA.- Del latín «mixta», como abreviatura de «animalis mixta», animales
mezclados, la Mesta era la asociación de ganaderos del reino de Castilla que
bajo el reinado de Alfonso X el Sabio surgió en 1273, y que tuvo vigencia
hasta 1836, en que fue abolida y disuelta.
MIEJA.- Corrupción de «miaja», y ésta, de migaja, aún se emplea por personas
mayores en algunos pueblos castellanos, con lo cual quiere darse a entender
la insignificancia de algo; por ejemplo, le ha tocado una mieja de casa;
tengo una mieja de majuelo, hace una mieja de frío, etc.
MODORRO.- Recipiente de barro cocido de forma ligeramente panzuda, que se
utilizaba en casas y bodegas en los pueblos castellanos, destinado a
contener vino. Subsisten aún en algunas bodegas modorros pequeños
-modorritos o modorrillos-, para dar a probar el vino de las cubas, habiendo
proliferado últimamente su fabricación como un resurgimiento del pasado.
MONTERA.- Prenda para abrigar la cabeza que los hombres utilizaban entre los
siglos XVII y XIX, hecha de paño y de formas varias, según los gustos o
costumbres de cada provincia.
MORISCOS.- Por este nombre se conoció en Castilla a los musulmanes que
quedaron en España después de la Reconquista, y especialmente los que
llegaron a tierras castellanas como consecuencia de la guerra de Las
Alpujarras.
MUGRE.- Aún se utiliza en medios literarios, pero no populares, para indicar
con ello la suciedad y repugnante aspecto de una persona.
MULLIDOR.- En la actualidad, y de forma decreciente, persona que cava
alrededor de las cepas de la viña para ahuecar o mullir la tierra; pero
antiguamente, y en este sentido ya no se usa en absoluto, persona que
ahuecaba los pies de uva en el lagar para seguir pisando los racimos y
obtener así el mosto para elaborar el vino por fermentación.
N
NORIA.- Del árabe, «naura», rueda movida por agua era -es aún, aunque muy
raramente usada ya en Castilla- un artilugio introducido por los árabes en
España, consistente en una rueda grande a la que estaban unidos los
cangilones, y que a su vez engranaba a otra horizontal de la que partía un
palo grande cuyo extremo se ajustaba a una caballería, la cual, dando
vueltas y más vueltas en derredor del pozo, iba extrayendo el agua del mismo
para el riego de las huertas. Hoy, esto se consigue de forma motorizada.
NOVAL.- Así se llamaba en otros tiempos a la tierra cultivada por primera
vez; era una tierra nueva. Voz utilizada en el medio agrario, citada
frecuentemente en los libros de diezmos.
O
OLLA.- Del latín «olla», de esta forma se llamaba a la vasija de barro
cocido, más honda que ancha, con dos asas, que se utilizaba para guisar.
Aunque hoy este vocablo perdura (olla a presión), no subsiste como
referencia a la de barro descrita y que fue de general uso en Castilla. .
ORUJO.- Se llama así aún al residuo compuesto por rampojos, hollejos y titos
de los racimos de uva, que quedan después de ser pisados o prensados.
ORZA.- Vasija de barro cocido alta y sin asas, destinada a contener aceite
en el medio rural antiguamente, o bien las «tajadas, como se llamaba a los
trozos de lomo de cerdo conservados en el líquido oleaginoso.
A veces. en casas acomodadas, en las que había muchos hijos y criados, y
segadores en su tiempo, una orza podía alcanzar hasta casi dos metros de
altura; en su parte inferior había una «canilla» o grifo, que servía para la
extracción del aceite.
OVEJUNO.- Así se llamaba al ganado ovino antiguamente, como ya se ha
indicado anteriormente en los términos abejuno y cabruno.
P
PAN.- Aunque tiende a desaparecer por ser llamado cada cereal por su propio
nombre (trigo. cebada, etc.), aún en algunos pueblos castellanos se llama
pan a cualquier cereal.
Lo que aún se conserva es el término panera, derivada de pan, para indicar
el edificio en el que se guarda el trigo, cebada, centeno avena.
PAPON.- Principalmente en las provincias de Burgos y Segovia, venía a ser
como un insulto porque papón era una persona desagradable, fea, algo así
como el ser imaginario con el que se asusta a los niños.
PERLESIA.- Del latín «paralysis», es una enfermedad en que los músculos
pierden su vigor y su movimiento y, a veces, la sensibilidad, produciéndose
lo que hoy se conoce como parálisis, y antaño. como perlesía.
PERRA.- Por este nombre se conocía vulgarmente la moneda de cobre que podía
tener el valor de cinco céntimos, y entonces se llamaba «perra chica», o de
diez, en cuyo caso se conocía como «perra gorda». Muchos lectores de
«FOLKLORE» podrán recordarlo aún.
PICON.- Por este nombre se conocían las ramitas o ramas poco gruesas,
generalmente de encina, que, carbonizadas previamente, servían para preparar
el fuego en los braseros: sencilla calefacción en Castilla, sustituida por
otros medios modernos: gas, electricidad, etc.
PIE.- Procedente de la palabra latina «pedem», así se llamaba antiguamente a
la masa de racimos de uva contenidos en un lagar, para pisarla y obtener el
mosto con que elaborar el vino.
PILON.- Así se llamaba en los pueblos castellanos a un gran receptáculo de
agua, generalmente rectangular, que servía de abrevadero a las caballerías,
si bien otros estaban acondicionados exclusivamente como lavaderos de ropa.
PORTILLO.- Puerta pequeña que se abría en el recinto amurallado de una
ciudad, villa o fortaleza. En Valladolid aún perdura -si bien sólo
testimonialmente en la rotulación de dos calles-, Portillo de Balboa y
Portillo del Prado.
PORTON.- Aparte de significar como su propio nombre indica una puerta
grande, así se conocía la que separaba el zaguán del resto de la vivienda.
POSITO.- Derivada del latín «positum», o sea depósito, así se llamaba al
edificio en el que se guardaban los granos, para prestarlos a los labradores
en época de escasez. De origen medieval, tuvieron su auge en el siglo XVIII.
A partir del XIX fueron decayendo por la intervención progresiva del Estado,
que transformó el «status» municipal primigenio en un organismo dependiente
del Ministerio de Agricultura.
PUCHERO.- Como tal, no solamente se conocía la vasija de barro en la que se
cocían los alimentos, sino el típico plato castellano de sopa de fideos,
garbanzos y menestra vulgarmente conocido como «cocido». Decir puchero
equivalía a decir «cocido».
R
RAMPOJO.- Va decayendo mucho este término, que significa lo que queda de un
racimo de uvas al que se le han quitado éstas.
RASERO.- Cuando en otros tiempos se medían los cereales con los celemines,
las medias fanegas o las fanegas, que se colmaban de grano, se rasaba éste
con un palo cilíndrico, que se llamaba rasero.
RASTRO.- Del latín «rastrum», aún se utiliza para recoger hierba, paja o
broza, así como para allanar pequeñas parcelas de tierra en huertos o
jardines, y que consiste en un mango de palo largo y delgado provisto en un
extremo de un travesaño con púas o dientes normalmente de hierro.
RECUA.- Palabra derivada del árabe «rakba», o sea caballería o más
propiamente «rakuba», caravana, era un corto número de caballerías que iban
una tras otra para transportar vino, cereales, aceite, etc., los arrieros.
REDECILLA.- Red que en los siglos XVIII y XIX se ponían los hombres
frecuentemente para tener recogido el cabello.
REFAJO.- Falda basta, ordinaria, de bayeta o de paño, con vuelo y corta, que
las mujeres castellanas llevaban en los pueblos encima de las enaguas.
ROMPIMIENTO.- Derivada del latín «rumpere», con esta palabra se entendía el
derecho que la parroquia tenía en pasados siglos de recibir una cantidad en
metálico por «romper» (abrir) una sepultura para proceder a un
enterramiento.
ROPILLA.- Se llamaba así a la prenda de vestir masculina ajustada a la parte
superior del cuerpo, sobre el jubón, provista de mangas y de otras sueltas
sin función alguna, sino la de adornar, que nacían de los brahones; es decir
de una especie de dobles en la manga fija, que se ceñía al brazo. A partir
del siglo XVII, los brahones fueron eliminados de la ropilla.
ROPON.- Especie de telas gruesas unidas por costura, que se ponían bajo la
sábana inferior de la cama para evitar que los niños o los ancianos enfermos
mojasen con sus micciones el colchón. Aún se utiliza en algunos asilos.
S
SANGRADOR.- Antiguamente asociado al médico y al cirujano, su misión era la
de sangrar al enfermo por prescripción médica mediante corte en vena. Este
oficio solía ir asociado en los siglos XVI al XVIII al de barbero.
SAYA.- Falda que si en las ciudades las mujeres se ponían como ropa
interior, en los pueblos era externa. Hoy, ni aun las más ancianas llaman a
esta prenda por el nombre con el que se la conoció, por lo que está en
completo desuso.
SERON.- Util generalmente de esparto, alargado, provisto en ambos extremos
de un receptáculo a modo de sera y que al ponerlo sobre una caballería para
transportar fruta, hortalizas, etc., colgaba a ambos costados del animal.
Si era de mimbre, con dos senos a cada lado para recibir cuatro cántaros, se
llamaba aguadera, porque así se transportaba el agua desde el caño o la
fuente a las casas de los pueblos.
SEXMO.- Nacido hacia el siglo XIII, sexmo se llamó en las provincias de
Avila, Salamanca, Segovia y Soria, principalmente, a la división territorial
que comprendía cierto número de pueblos asociados para la administración de
sus bienes comunes. Esta institución fue fomentada por los Reyes Católicos
como medio de combatir el poder abusivo de la nobleza.
Cada sexmo nombraba un sexmero, que le representaba en la Junta de sexmeros;
Juntas que desaparecieron en 1813 al ser absorbidas por los jefes políticos
(hoy, gobernadores) y las Diputaciones provinciales, cargos creados en 1822,
fecha a partir de la cual la palabra sexmo dejó de utilizarse.
SOBRADO.- Lo que sobra de la casa; la parte alta de ésta que tiene como
techo el tejado y donde en los pueblos se guardan cosas inservibles, se
secan los ajos y se cura la matanza. En la ciudad se conoce más como desván,
que, por otra parte, también es una palabra que se va perdiendo por no
existir en las edificaciones modernas.
SOLANO.- Así se le llamaba normalmente, al menos en los pueblos, al viento
que sopla de Levante, de donde sale el sol; de aquí el nombre solano, del
latín «solanus-i».
SOLDADA.- Dinero que en otros tiempos se pagaba al soldado. Proviene de
sueldo, y ésta, del latín «solidus», moneda antigua de valor variable.
T
TAMBORITERO.- Palabra no usada en parte alguna ya, y con la cual se
designaba al tamborilero, persona que tocaba el tamboril en las fiestas.
TENTEMOZO.- Así se llamaba a los dos palos articulados y recogidos mediante
una argolla a las dos varas del carro y que se dejaban colgar hasta apoyarse
en tierra verticalmente cuando se desenganchaba de aquélla caballería,
pudiéndose mantener así las varas casi horizontales.
TENADA.- También se llamaba tinada a la leña amontonada a modo de rimero,
especialmente si la leña eran ramas de pino con su tamuja.
TIMON.- Del latín «temo-onis», era la pieza más larga del arado, a uno de
cuyos extremos se sujetaba el animal, mientras que al otro se acomodaba con
la cama, la reja, que era un triángulo de hierro y más antiguamente, de
madera.
TINAJA.- Esta palabra procede de tina, y ésta, a su vez, del latín «tina-ae».
No es sino una vasija grande de barro cocido, de forma apanzada y boca muy
ancha, utilizada fundamentalmente para contener agua.
TOQUILLA.- Pieza de abrigo generalmente de color negro, de lana, cuadrada,
la que, unidos dos ángulos opuestos, formaba un triángulo y que puesta sobre
los hombros servía a las mujeres castellanas en el medio rural para
abrigarse la espalda en época de frío.
TRASANTIER.- Lo mismo que se decía «antier» por anteayer, «transantier»
equivalía a señalar el día inmediatamente anterior al de anteayer .
TRILLAR.- Por ser tan próxima a nosotros en el tiempo, parece innecesaria su
descripción; pero se incluye como palabra en desuso al haber sido sustituida
esta labor agrícola por las cosechadoras. Hoy ya no se trilla, salvo
rarísimas excepciones. Véase a continuación la palabra trillo.
TRILLO.- Es la traducción de la palabra latina «tribulum». El trillo,
prácticamente desaparecido, estaba íntimamente vinculado a la agricultura, y
especialmente a los cereales. Consistía en un tablón o tablones ensamblados
hasta una anchura aproximada de un metro por 1,70 m. de longitud. En uno de
sus extremos, la madera se levantaba en ligera curvatura para facilitar la
trilla de la parva. Unos tirantes servían para ser enganchados a los asnos,
mulas o bueyes, los que, al dar vueltas en círculo sobre la parva, la mies
era triturada por las numerosas esquirlas de cortante pedernal incrustadas
en la parte inferior del trillo, lo que hacía se soltase el grano de la
espiga y la paja fuera desmenuzada.
TUMBO.- Esta palabra, que procede del griego «tymbu», era utilizada para
indicar con ella el libro grande de pergamino en el que iglesias,
monasterios y concejos transcribían fielmente los privilegios que tenían
concedidos, así como aquellas escrituras que se referían a sus posesiones.
U
USARCED.- Es un vocablo en total desuso, metaplasmo de vuesarced, vuesa
merced y vuestra merced, todas ellas también ya olvidadas.
V
VASALLO.- Con esta palabra se conocía en pasados tiempos a la persona que
tenía un vínculo de dependencia respecto de otra, ya fuera noble o rey, a
quien debía fidelidad y a quien besaba la mano rodilla en tierra como señal
de vasallaje.
VASAR.- Del latín «vasarium-ii», significaba la vasija o utensilios de
cocina que en ésta o en la despensa se colocaba sobre baldas de ladrillo,
adobe o yeso que sobresalían de la pared.
VESTIBULO.- Del latín «vestibulum», ya sólo se emplea en hoteles, salas de
cine o teatro y un muy corto etcétera; es palabra con la cual se señalaba en
una vivienda el espacio más o menos amplio situado al traspasar la puerta de
la misma. Hoy se ha renunciado generalmente a esta hermosa palabra
castellana para utilizar, en su lugar. la inglesa «hall», pronunciada «jol».
VOS.- Su uso actual se limita a una manifestación de respeto como
tratamiento. Antiguamente formaba parte del lenguaje vivo en Castilla. Vos
es el usted de nuestros días.
Y.
YUSO.- Del latín «deorsum», hacia abajo, significaba en los escritos lo que
se decía posteriormente, más abajo (yusodicho), en contraposición de la
palabra suso, que significaba lo escrito anteriormente, más arriba
(susodicho) y que aún se usa normalmente, en especial en escritos
oficiales.
Z
ZAGALEJO.- Diminutivo de zagal, era muy castellano decir zagalejo en vez de
zagalito o zagalillo. Se refería al adolescente ayudante del pastor.
BALABROS QUE USABAN NUESTROS
ABUELOS
1. Badulaque: (Persona)
de poco juicio o de corto entendimiento.
2. Bochinche: Tumulto,
barullo, alboroto, asonada.
3. Botarate: Hombre
alborotado y de poco juicio (aunque yo la he escuchado en un uso un poco
menos negativo).
4. Cachivache:
utensilio u objeto arrinconado por inútil, con un sinónimo que también suena
simpático: tiliche.
5. Cáspita: para
denotar extrañeza o admiración.
6. Desaborido: sin
sabor, sin sustancia. Dicho de una persona sosa.
7. Despachurrar: aplastar
algo despedazándolo, o estropear una historia por torpeza de quien la
cuenta.
8. Embelesar: suspender,
arrebatar, cautivar los sentidos.
9. Escaramuza: disputa
o contienda de poca importancia.
10. Fantoche: sujeto
neciamente presumido. O persona vestida de forma estrafalaria.
11. Farruco: insolente,
altanero.
12. Genuflexo: arrodillado.
13. Jirón: pedazo
desgarrado del vestido o de la ropa.
14. Ladino: astuto,
sagaz, taimado.
15. Mendrugo: (en
la línea de insultos “suaves”) tonto, necio, zoquete.
16. Morrocotudo: fornido,
curpulento.
17. Recórcholis: caramba.
18. Refunfuñar: emitir
voces confusas o palabras mal articuladas en señal de enojo o desagrado.
19. Palurdo: gente
tosca, grosera.
20. Papamoscas: papanatas.
21. Paparruchada: tontería,
estupidez.
22. Paparulo: (podría
decirse que es una palabra muy usada en el ámbito rioplatense en Argentina y
Uruguay) en la línea de insultos suaves, torpe, ingenuo, ignorante.
23. Patatús: desmayo,
lipotimia.
24. Parranda: juerga
bulliciosa yendo de un sitio a otro.
25. Pelmazo: persona
molesta, fastidiosa e inoportuna.
26. Pituco: (usada
especialmente en varios países de Latinoamérica) presumido, o que se arregla
mucho para vestirse.
27. Pizpireta:
dicho de una mujer: viva, pronta y aguda.
28. Tentempié: refrigerio.
29. Querencia: tendencia
o inclinación de un animal o una persona hacia un lugar conocido o el sitio
en el que se han criado.
30. Tiquismiquis: escrúpulos
o reparos vanos o de poquísima importancia ( o personas quisquillosas).
31. Vetusto: extremadamente
viejo, anticuado.
32. Yunta: pareja
de personas, aves, o de otras cosas.
33. Zafarrancho: destrozo.
34. Zozobra: inquietud,
aflicción y congoja del ánimo.
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