ANTE LA INJUSTICIA, LA PROTESTA. Porque hay momentos en los que callar se vuelve una culpa y hablar se vuelve un deber, un deber ciudadano, un desafío moral, un imperativo del que no es posible escapar, a expensas de que te hagas cómplice de hechos y situaciones, que son contrarios a derecho, justicia y moral. No tengo afiliación política alguna, por eso expreso mi opinión ante lo que considero injusto, amoral y contrario a derecho.
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Jueves 12 de Diciembre
El
afán de la vida
y la vanidad
Buscamos el drama, la acción o la risa exagerada, como si eso fuera lo
común y no lo extraordinario, como si fuera imposible disfrutar de las
otras cosas normales que nos pasan a diario.
La vida es un viaje lleno de matices, donde a menudo nos dejamos llevar
por la búsqueda de lo espectacular.
Es cierto que el drama, la acción y
la risa desbordante pueden ser emocionantes y memorables, pero a veces
olvidamos que la verdadera belleza se encuentra en lo cotidiano. Las
pequeñas cosas, como una conversación con un amigo, el aroma del café
por la mañana o el simple acto de observar la naturaleza, pueden ser
igual de significativas.
Trabajamos para tener mejor salud y riqueza y al final perdemos riqueza y
salud. Perseguimos las cosas materiales como si fueran eternas y al final
todo se marchita y se muere. Ansiamos con vehemencia los placeres y después
de obtenerlos solo sentimos el vacío.
Al buscar constantemente lo extraordinario, podemos pasar por alto los
momentos sencillos que nos brindan alegría y paz. La vida no siempre
tiene que ser un espectáculo; a menudo, son esos instantes tranquilos y
normales los que nos llenan de gratitud y nos conectan con lo que
realmente importa.
Así que, ¿por qué no tomarnos un momento para
apreciar lo cotidiano? Tal vez ahí, en lo simple, encontremos la
verdadera esencia de la vida.
Y sin embargo la vida es un regalo precioso, pero a menudo nos encontramos
atrapados en la trampa de la vanidad. En un mundo que nos bombardea con
imágenes de éxito, belleza y perfección, es fácil perder de vista lo que
realmente importa. La vanidad puede hacernos obsesionarnos con la
apariencia, el estatus y la aprobación de los demás, llevándonos a una
búsqueda constante de validación externa. |